Bruce Lipton Explica CÓMO NOS PROGRAMAMOS AL NACER
Imagina por un momento que tu vida ya fue programada… incluso antes de que pudieras decir tu primer ‘mamá’.
Que el éxito o el fracaso que experimentamos hoy no es resultado de tu esfuerzo, sino de algo mucho más profundo… algo que se forjó en los primeros años de tu vida.
Desde el instante en que nacemos, comenzamos a absorber información de nuestro entorno, como una esponja, sin ser conscientes de ello.
Las palabras de nuestros padres, sus gestos, incluso las emociones que sienten a nuestro alrededor, quedan impresas en nuestra mente como patrones invisibles que guiarán nuestras decisiones en la vida adulta.
Este proceso de “programación” es tan poderoso que afecta cada aspecto de nuestra existencia: nuestras relaciones, nuestra salud, nuestras oportunidades.
¿Te atreves a descubrir cómo tu cerebro fue moldeado sin que te dieras cuenta?
Hoy, el Dr. Bruce Lipton nos revela cómo todos fuimos programados al nacer… y lo más importante, cómo podemos reescribir esa programación para alcanzar nuestro verdadero potencial.
Lo que creías ser tu destino, quizás sea solo el resultado de una programación que puedes cambiar.
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¿Alguna vez has visto a un niño jugar y sumergirse en su propio mundo de fantasía?
Para él, esa escoba realmente es un caballo.
Lo que parece imaginación pura es en realidad un estado cerebral llamado Theta, una frecuencia vibracional que gobierna los primeros siete años de vida.
En este estado, el cerebro no distingue entre lo real y lo imaginario.
Es por eso que los niños pueden crear mundos enteros a partir de su mente, porque están en un estado de absorción total, donde las barreras entre lo posible y lo imposible no existen.
En esos primeros años, nuestros cerebros están literalmente en modo ‘hipnosis’.
Absorbemos todo lo que vemos y escuchamos como esponjas, y lo convertimos en programas subconscientes que guiarán el 95% de nuestras vidas.
Cada interacción, cada emoción percibida, cada experiencia vivida se graba profundamente en el subconsciente.
Así es… Según Bruce Lipton, la mayor parte de lo que hacemos a diario no es decisión consciente, sino una respuesta automática basada en estos programas.
Estos programas definen nuestras creencias sobre el mundo y nuestro lugar en él, moldeando nuestra realidad sin que nos demos cuenta.
¿Te has preguntado por qué algunas personas nacidas en familias ricas, aunque no sean brillantes, parecen atraer el éxito sin esfuerzo?
O por qué aquellos que nacen en la pobreza, a pesar de sus luchas, encuentran difícil salir de esa condición?
Parecería que todo está predestinado, pero la realidad va más allá de las circunstancias visibles.
Esto es porque, desde pequeños, absorbemos los programas de nuestro entorno: de nuestros padres, de nuestra cultura, de las experiencias que vivimos.
Son estos programas los que moldean la manera en que percibimos el mundo y actuamos dentro de él.
La gente rica hereda no solo bienes materiales, sino también creencias subconscientes de éxito y abundancia.
Estas creencias se transmiten como verdades incuestionables: la vida es fácil, las oportunidades siempre están a la vuelta de la esquina, el éxito es inevitable.
Mientras tanto, la gente pobre hereda la creencia de que la vida es una lucha constante.
Frases como “el dinero no crece en los árboles” o “tienes que trabajar el doble de duro para lograr algo” se internalizan profundamente, creando un patrón de escasez y limitación que se replica generación tras generación.
Pero no todo está perdido… porque al entender esta programación, podemos cambiarla.
Bruce Lipton nos da dos herramientas poderosas para hacerlo: la hipnosis y la repetición.
La hipnosis permite acceder a esos patrones profundamente arraigados en el subconsciente, mientras que la repetición ayuda a reescribir los programas limitantes.
Al usar estas técnicas, podemos transformar nuestras creencias, desbloquear nuestro verdadero potencial y reprogramar nuestra mente para atraer la vida que realmente deseamos.
Entonces, ¿cómo reprogramamos nuestra mente?
Primero, a través de la hipnosis, el mismo estado en el que vivíamos hasta los siete años.
Este estado nos permitía absorber información de manera directa y sin filtros, grabando profundamente en nuestro subconsciente todo lo que observábamos.
Afortunadamente, aunque ya no somos niños, aún podemos acceder a ese estado mediante técnicas como la meditación profunda, la autohipnosis o incluso algunas formas de terapia.
Estas herramientas nos ayudan a sumergirnos en el estado Theta, donde nuestra mente es más receptiva al cambio, permitiendo que los nuevos patrones de pensamiento se implanten en el subconsciente.
Y segundo, la repetición. Así como cuando aprendemos a conducir o memorizamos el abecedario, repetir algo constantemente entrena al subconsciente hasta que lo adopta como una nueva realidad.
Es como grabar un disco; cuanto más repites, más profundo se queda el surco. Frases como ‘soy feliz’, ‘tengo éxito’, repetidas día tras día, tienen el poder de transformar la forma en que nuestra mente reacciona.
Al principio puede parecer un ejercicio mecánico o sin sentido, pero con el tiempo, el subconsciente lo acepta como una verdad.
Es por eso que tantas personas practican afirmaciones y llevan diarios de gratitud.
Estas técnicas no solo son formas de recordarnos nuestros deseos, sino herramientas activas para reescribir nuestra programación interna.
Cada vez que repetimos una afirmación positiva o anotamos algo por lo que estamos agradecidos, estamos, en realidad, moldeando nuestro futuro desde dentro.
En resumen, los primeros años de vida son críticos para nuestra programación mental, pero no determinan nuestro destino final.
Aunque gran parte de nuestra forma de ver el mundo y actuar en él fue moldeada en esa etapa temprana, la buena noticia es que siempre podemos tomar el control y reprogramar nuestro subconsciente para que trabaje a nuestro favor, en lugar de en nuestra contra.
Cada nuevo día es una oportunidad para reemplazar los programas limitantes con creencias positivas y constructivas.
Recuerda, la clave está en la práctica constante y en la repetición consciente de nuevos hábitos que nos lleven hacia la vida que realmente queremos vivir.
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nuestra vida está programada desde la infancia